En el escenario político colombiano se ha estigmatizado y violentado a quienes toman una postura ideológica contraria al poder y la defienden. Durante décadas se les ha tildado de radicales y se ha movilizado la estructura oficial y clandestina del poder para acallar las voces que denuncian, exigen, protegen y resisten.  En las últimas elecciones en los ámbitos nacional y local, se les acusó de polarizar a la población y se les comparó con aquella fuerza política que ha ejercido la violencia desde el poder y las instituciones, a través de discursos de odio y acciones de terror en los territorios.

No solo se trata del ejercicio de violencia física individual o colectiva, este accionar sistemático también se presenta de manera “suave” en otros escenarios como la academia o en el ejercicio de la ciudadanía. Se nos ha enseñado que lo científico o técnico no tiene contenido ideológico-político y se nos censura cada vez que lo revelamos. También se nos limita cuando investigamos “desde adentro” y se nos acusa de no ser objetivos ni rigurosos, tratando siempre de que seamos elementos ajenos a las realidades desiguales que evidenciamos. Ojo, no se intenta decir con esto que la investigación no debe ser rigurosa, sino que la carga ideológica tiene que ser evidente siempre y no invisibilizada, como hasta ahora.

En el escenario de la participación ciudadana también se ejerce la violencia en diferentes escalas. Cuando la ciudadanía empieza a organizarse y a actuar coordinadamente, haciendo uso de su capacidad de controlar a las instituciones o de exigir garantías de sus derechos, el primer paso es calificarla de “destructiva”. Se estigmatizan los medios y las formas de la actuación de las comunidades y se empieza a encasillárseles como “opositores” o, siguiendo el discurso de odio y violencia tan característico de nuestro conflicto armado, como “enemigos”.

A pesar de todo lo anterior, son más los ciudadanos y ciudadanas que resisten, alzan su voz y se hacen escuchar. Son más los que, a pesar de las violencias que se ejercen desde el poder, trabajan cada día para lograr la garantía de derechos individuales y colectivos, poniendo en riesgo su vida y la de sus familiares. Y somos también más, aquellos que nos inspiramos en las luchas que otros hacen para tomar postura y sostenerla. Somos más los que queremos un cambio real.

Esta es una invitación abierta a todas y todos aquellos que se sientan cansados de lo que “les toca”, a los que han sido oprimidos o sienten que serán encasillados por expresar sus ideas. Expresemos libremente nuestros sentires en las producciones académicas que con rigurosidad científica realizamos, no nos dejemos oprimir de los “eruditos” y las reglas que construyeron para normalizar sus posturas ideológicas. Inspirémonos en las luchas que diariamente realizan miles de personas en nuestro país, que en algún momento decidieron hacer un alto en el camino y empezaron a formar el suyo propio, a través de la defensa de su territorio y su comunidad. ¡Tomemos postura!

No nos dejemos amedrentar, ¡resistamos!

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